Memoria chilena.


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Propaganda

Al comenzar la mitad del siglo la biblioteca era una ruina. El desierto la había cubierto casi por entero. Algunos vivíamos en esa especie de féretro gigante. Llegaron noticias que aseguraban la biblioteca había sido un mito, propaganda de los antiguos gobiernos. Nosotros cada año publicábamos un almanaque que al llegar a las ciudades se vendía como literatura fantástica, como revistas sobre ovnis y fantasmas.



Nos educaron para atrás padre
Bien preparados, sin imaginación
Y malos para la cama.
No nos queda otra que sentar cabeza
Y ahora todas las cabezas
Ocupan un asiento, de cerdo.

Nos metieron mucho Concilio de Trento
Mucho catecismo litúrgico
Y muchas manos a la obra, la misma
Que en esos años
Repudiaba el orgasmo
Siendo que esta pasta
Era la única experiencia física
Que escapaba a la carne.



Tres

Un anciano, todo viejo es un pobre Rey Lear, escribió en uno de los muros: “Los cuatro grandes poetas de Chile / Son tres / Alfonso de Ercilla y Rubén Darío”. Nadie intentó borrarlo, sentíamos que hacerlo era como sacarle leche a una vaca y luego vaciársela en la cabeza. Preferimos retirarnos, pasar el rato estudiando los volúmenes de la biblioteca, incluso aquellos de los países del sur de los continentes, territorios tan parecidos a islas, delimitados por un lado por miles de kilómetros de océano y por el otro por cadenas de montañas.



jesús pasó el rato
rack hudson pasó el rato
mi mami pasó el rato
liberace pasó el rato
sócrates
              buda
                       bach
todos pasaron el rato

sin ir más lejos
pinochet pasa el rato
la carmen gloria pasa el rato
el papa pasa el rato
dios
         maradona
                           la virgen

todos pasamos el rato.





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El texto completo en Nagara.



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