Estoy acabado.
Llevo meses sin dinero, sin pagar las deudas.
Meses sin visitar a mi hijo. En la contestadora su madre deja amenazas.
Por la mañana me es tan difìcil levantarme.
Antes y después de llegar a la oficina camino una hora; mi cuerpo se cansa como si pasara días sin dormir.
Anoche tuve dos sueños:

A) Estaba en una casa que era el resumen de todas las casas que he visitado en mi vida.
Había aparte de mí, cuatro personas, todas ellas más jóvenes.
En el baño me drogaba.
No soñé con que me drogaba sino con la sensación de estar drogado.
En el comedor una mujer reía.
Era el eco de todas las risas que he escuchado.
Le advertía que se detuviera, que sólo porque no la conocía no le estrellaba el florero que tenìa en la mano.

B) Frente a una vitrina.
Calle Amberes.
Cuatro de la mañana.
Un perro amarillo me sigue.
Caminamos por varias cuadras; doblamos siempre a la izquierda.
En las esquinas el mismo nombre: Calle Amberes.
De un jardín tomo un palo y comienzo a golpear al perro que en lugar de gemir o ladrar, habla, me pregunta de qué me sirve todo ello, de qué me ha valido tener todo eso.
Sé que habla del valor.
Al despertar me doy cuenta que no se trata de la valentía, sino de mi incapacidad de sentir dolor, de cicatrizar casi de inmediato.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y por eso te falta amor propio. ¿O no?

Anónimo dijo...

No amiga mia no es falta de amor propio, es falta de valor. Valor es el que carece nuestro escritor favorito. Él es todo menos valiente.
Saludos.

Débora Hadaza dijo...

interesantes sueños...

Elefante
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costasinmarcostasinmar