A nadie le he dicho que nací en Tánger.



Hace una semana al hablar con mi exmujer preguntó cuándo haría el viaje a Marruecos. Cree que he fantaseado tanto con esto que en algún momento se perderá como se perdió mi novela.



Marruecos será la manera de recuperar a mi padre, al tipo que duerme en las calles cuando no logra alojarse en una de las pensiones del centro. Estar en Tánger, será encontrar su cuerpo en el cuerpo de cualquier hombre.



Hace años mi abuela, meses antes de morir, me confundió con su hijo. Me hizo contarle acerca de un reloj que dejó de funcionar en 1963, de un perro que mi padre compró a los diecinueve años.



Tengo la voz y el pene de mi padre Tengo la vida que él quisiera haber tenido.

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Elefante
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