Camino de postes


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En uno de los números de la saga one more day, Parker y tres amigos abordan el subterráneo. Unas estaciones después se encuentran con unas amigas. Discuten a dónde ir. Los hombres opinan que a casa de alguno de ellos, que lo único necesario son botellas y botana. Las chicas por el contrario desean salir a pasear, a comer en un restaurante del centro, quizá al cine. Una de ellas, advierte: con tal de que no sea The Dark Night, con Peter la he visto doce veces y estoy harta.

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En la preparatoria comencé a sacar libros de las bibliotecas públicas cercanas a la casa de mis padres. Buscaba los libros delgados, los que tuvieran menos de cien páginas. Me gusta(ba) sentarme y batallar con el autor sin soltarnos, sin siquiera levantar el rostro, sin distraerme. Este hábito me viene de la infancia, cuando por muchos años lo único que leía eran comics, en especial esos ejemplares desdibujados de los cuatro fantásticos y del sorprendente hombre araña. Ahora que lo pienso, esos ejemplares de marvel son los responsables de creer que los libros/la escritura deben ser rápidos, violentos, cortos, autorreferenciales, abiertos a cualquier influencia, con notitas del tipo: vaya al número 23 de los Nuevos Vengadores y guiños a escritores olvidados, a esos escritores que ahora sólo leen y escriben en las bibliotecas del infierno.

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Después de que Cortázar apareciera en el Fantomas a nuestra generación nada nos hubiera sorprendido que Bolaño apareciera en una tira situada en una vieja y destruida ciudad del caribe latinoamericano acompañado por una liga de justicieros del tipo: Rodrigo Rey Rosa (con el traje de Linterna Verde), George Perec (desnudo pero con un antifaz que tuviera un diseño complicadísimo en el que se sumaran signos y palabras árabes), Katherine Mansfield (con el cuerpo de Monica Bellucci) para luchar contra las pesadillas de P. H. Dick o en episodios donde la atmósfera fuera la de las novelas de DeLillo.

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Hace meses me reunía casi cada semana con unos tipos con nombre de beisbolistas, hablábamos, sin nombrarlos, de reptiles: de los primeros que aparecieron sobre la tierra y de una constitución que rigiera sus movimientos. Conversábamos y bebíamos; por momentos sentí que eso que llamamos realidad se desquebrajaba y que por las fisuras surgían animales mitológicos con nombres familiares: Hagi, Pavic, el Platiní Sánchez, Ikki.
Esas noches para mí fueron un verdadero cruce de universos, un cómic donde el Dr. Strange le pedía el bastón a Borges con el fin de guardarlo mientras duraba esa velada interminable.

3 comentarios:

animal nomas dijo...

feliz aniversario

Débora Hadaza dijo...

Ahora que lo pienso, esos ejemplares de marvel son los responsables de creer que los libros/la escritura deben ser rápidos, violentos, cortos, autorreferenciales, abiertos a cualquier influencia, con notitas del tipo: vaya al número 23 de los Nuevos Vengadores y guiños a escritores olvidados,


toda esta idea es buena, saludos

Anemonas y Medusas dijo...

wey, esto de hacer comentarios diarios en todas tus entradas, va a ser como quién pretende salir en todas las fotos . . . pero la que mas me interesa es en la que te asfixiemos en el pastel . . .y xq no? . . . también al Andrei

Elefante
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costasinmarcostasinmar