Una mujer con palillos en la nariz







Permanecí rondando fuera de ciertas casas hasta que me permitieron el paso.
Me dijeron que era muy joven, muy tonto, muy haragán, muy moreno.
Soporté golpes, escupitinas.
Dormí años sin almohada.
Tomé duchas con agua fría.
Guardé el dinero necesario para mi funeral en los zapatos.

Hablo de la casa de Bedlam, de la casa de M, de la casa con siete puertas (se sabe, escribo siete para no escribir incontables, infinitas).

En la biblioteca:
una mesa con una mujer de ojos verde oliva consulta un libro naranja y hace leves ruidos con los labios, con un hombre repasando una línea, en resumen dos ñoños,
en otra mesa un joven de chamarra blanca escucha un discurso alucinado de un chico flaco que en un instante dijo:
imagínate un concierto
una mezzosoprano infla un globo de color vino,
después uno de color rojo granate
así hasta que logra una cantidad de 39 globos;
a su lado una soprano recita el Cantar de los Cantares
con acompañamiento de Schubert



Ser Hank Moody: sin tener cuarenta años, sin hablar como retrasado, sin auto, sin violentarse en las lecturas, en el cine.
Ser Tyler Durden: con su casa, con su robar comida en los supermercados, con sus tres trabajos nocturnos, con Marla Singer.
Ser César Moro: desde el desierto y su fascinación por el olor amargo de las axilas, con su despertar frenético a las tres de la mañana.
Ser Jorge Posada: un tonto rabiosamente fiel a una frase escrita hace diez años.
Ser Wolwerine: cínico y violento. Sanar rápido. Joderse a la mujer de Magneto, de Cíclope, de Black Panther, de casi todo el equipo de S.H.I.E.L.D.
Ser Felisberto Hernández, Isabel Fraire, Nathalie Sarraute, Rodrigo Rey Rosa ("espero que esto no te altere, pero tú en algún momento, dentro de unos años, podrías ser idéntico a él, el cuerpo, la forma de hablar y de vestir, incluso la mirada").
Sí, ser Rey Rosa: exiliado y confundido. Silencioso.
Elefante
,,
costasinmarcostasinmar