¿Qué vende?



Motolinía, Monte de Piedad, Guatemala que cede hasta convertirse en Tacuba, República de Argentina, Uruguay. Calles que son paredes. El aire gris y cargado. Semáforos con números verdes. República de Cuba con un cine con el olor de ropas que caen al suelo.

-Vendería la ropa, la piel, los huesos. Pero hace demasiado calor. ¿Qué valdrá la pena vender? ¿A mi hijo? Traigo en el cuerpo tres suéteres y dos pantalones, las camisetas y la camisa. ¿Será por eso que tengo calor? Pues miro que algunas mujeres tienen el paraguas abierto. Llueve, pero es una lluvia fina, de esas que al poco rato sientes que estas empapado, pero que te tuvieron sin cuidado por mucho tiempo. Vender lo que se vende. Sacar de la casa un mantel, el marco de un ventanal. Mejor, como en aquella película, sacar a vender la televisión y que mi madre la recuperara a los tres días. Pero mi madre ya no está. Además, no la imagino jalando un carrito y dando disculpas.

Puestos de revistas. Vitrinas con vidrios relucientes. Calles destrozadas por máquinas. Boleros, albañiles. Restaurantes con mantas de color rojo y verde. Museos que eran casas. Letreros. Placas conmemorativas. Músicos. Una muchacha con un pincel escribe caracteres chinos en hojas enormes y amarillas.

- ¿Qué vende?

-Tendría que comprar primero: facturas, camisas de franela, sombreros texanos, helados en conos sin sabor. Entrar a tiendas vacías, a tiendas con los mostradores polvorientos, a tiendas con empleados aburridos y groseros, a tiendas con empleadas en traje sastre, en minifaldas azul marino, en jeans manchados de aceite, a tiendas donde tiraré vitroleros de vidrio que contenían millares de esferas. Ni reloj tengo. Además, ¿cuánto me darían? ¿Cincuenta pesos? Suena a cuento en el que un tipo en un cine, pero en un cine ni de loco se me aparecería el demonio, ese cuento está mal. A nadie con tres gramos en el cerebro se le ocurriría meter al diablo en un cinemark. ¿Pero en esa época había cinemarks? ¿No han sido eternos? Lo que sea, pero el demonio en un cinema es absurdo. ¿Venderle el alma? ¿Qué pediría a cambio? Tiempo tiempo tiempo.

5 comentarios:

iTb dijo...

No sé que venderías a un desconocido que deja de serlo cuando te me apareces en un lugar que nos une por un mismo motivo, con un nombre femenino que hace poco, la luz fue atroz y contundente con ella, esa luz que ya no quiso dejar huella en la cornea sino en la piel, luz que deja cicatrices, ¿habrá cicatriz después de varios días a un costado del quirófano?

No sé que vendes, tampoco sé que podría comprar, me conformo por ahora con el primer grano de arena en el desierto que no nos demoraremos en poblar.

Un saludo.

el andrei dijo...

Puedes venderle una conversación. O tu cuerpo.

Natalia González Gottdiener dijo...

No sé, dicen que la verdadera literatura está en la media, ni en los desconocidos, no en los famosos, no lo sé Jorge, me gusta la lusión a las calles, de pronto siento wque comenzarás a derle personalidad pero me equivoco. Y luego pienso ¿porque no vender República de Cuba con todos sus escaparates? ¡Y en eso llegó Fidel! jajajaja, chale... Un beso

Natalia González Gottdiener dijo...

Me faltó una a alusión

dèbora hadaza dijo...

yo te comprarìa un rostro y un secreto. Me lo venderìas, no te dinero ni siquiera libros interesantes para truequear...

Elefante
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costasinmarcostasinmar