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Ayer por la tarde Ireneo y yo pasamos mucho rato jugando en los elevadores de un centro comercial. Es algo que hacemos desde que él aprendió a caminar y supo que esas máquinas sirven para detener el mundo. "¿Qué pasa afuera mientras nosotros estamos aquí?" Afuera deja de existir, le respondo. Debería decirle que afuera nunca ha existido, que cada uno de nosotros es un elevador, que por momentos paramos en un piso, a veces alguien sube y nos acompaña por un tramo. Pero decirle esto es absurdo, más, si pienso en lo lindo que es sólo oprimir los botones y sentir vértigo en el vientre.


Después cruzamos un puente peatonal. "¿Por qué no hay puentes altísimos, enormes, puentes como monstruos?" ¿Qué respuesta dar? ¿Decirle que la ciudad no se puede permitir accesos de locura, que la ciudad es un reflejo de él y de mí, de tipos que intentan caminar derechos sin pisar las líneas?

4 comentarios:

dèbora hadaza dijo...

¿Decirle que la ciudad no se puede permitir accesos de locura, que la ciudad es un reflejo de él y de mí...

a poco tu no te permites accesos de locura? por cierto ¿quien es irineo?

Anónimo dijo...

obvio, un personaje de ficción.

el andrei dijo...

Yo sé quién es. Pero prefiero que cada quien saque sus conjeturas. En lo personal me gustaría imaginar que es un personaje de Borges.

Iskra dijo...

Yo creo que es el mismo, caminando consigo mismo, entrevistándose a sí mismo, haciendose su biografía en el futuro como si fuera pasado. O es su hijo.

Mira lo que hice: losnopremiados.blogspot.com

saludos tú

Elefante
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costasinmarcostasinmar