Alacenas Amsterdam

Gregorio se detuvo ante el hombre. Esperaba que la propaganda que repartía fuera de alguna variedad o de un cinema para adultos. En lugar de eso recibió un papel con letras verdes que anuncciaban una nueva época alimenticia. Gregorio quedó estupefacto. El hombre de los panfletos proféticos comenzó a hablar. En el discurso destacaban las palabras: metabolismo, plantas, espíritu, rendimiento, Argamedón y placer.

Gregorio antes de partir dijo: ¿Qué coño tiene que ver una barra con pocas calorías con el placer, qué coño tiene que ver un cuerpo sano con un pequeño y desafiante orgasmo?



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Héctor trabaja de siete a nueve en la fábrica de Alacenas Amsterdam. Catorce horas colocando los tornillos que permiten que las puertas abran y cierren. Por supuesto tiene recesos: la hora del lunch, en la que medita sobre lo que hará su día de descanso y sus dos idas al sanitario que aprovecha para fumar.



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Dante es un blogger colombiano muy bueno. La editorial Anagrama le ofrece publicar un libro con sus post mejores, con sus hits, vaya. Dante lo medita, por supuesto ha soñado con su apellido en el lomo gris de un Anagrama, ha fantaseado lo suficiente con eso. Pero un libro es una serie terminada, una producto que caduca en la última página; contrario al blog en el que ningún post es definitivo, ni siquiera necesario.



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Pablo Palacio sólo sufría por una cosa: pisar caracoles. Era un verdadero hijo de puta por lo demás, todo hay que decirlo. Pero le parecía absurdo que cada año, en época de lluvia tenía que aplastar cinco o seis de esos animales: "Unos verdaderos imbéciles, por lo demás."



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Después de años de búsqueda por múltiples puestos de revista, ayer por fin encontré la Playboy en la que Bolaño concedió su última entrevista.