Cinthia guardaba únicamente billetes nuevos en su monedero, los otros los debajaba por allí, en alguna mesa o en los bolsillos de sus pantalones. No era rica. Pero había adquirido esa costumbre al descubrir que usar los billetes nuevos le resultaba doloroso.
En el banco soportaba la ineptitud de los funcionarios sólo por recibir esos papeles relucientes, que almacenaba con cuidado. Cuando le era imposible no gastar uno de los billetes exigía que el vuelto fuera únicamente en monedas, aun cuando éstas sobrepasaran un número razonable.
Al recibir una compensación cuantiosa en el trabajo su obsesión se dislocó. Redujo gastos drásticamente. Se mudó a casa de sus padres. Suprimió dos de sus comidas. Sólo dilapidaba las monedas y los billetes viejos que no lograba cambiar.
Vendió los objetos que le representaban gastos: auto, celular.
Renunció a la oficina.
Sus padres pagaron la reclusión psiquiátrica con relucientes y casi virginales billetes.
1 comentario:
jaja q ironìa!!
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