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he almorzado en el vagón
que convierte a los viajantes
en muñecos sin sonido
no existe padre ni madre desde hace 13 años
ni aún los domingos que soy un pedazo de tela pequeñito
lejos ese patio con sillas de playa
en el que el sol hacía tres círculos en los cristales
donde mi hermana limpió con saliva
los cientos de zapatos
almuerzo junto a los oficinistas recién nacidos
que en el pantalón guardan
las instrucciones que su madre escribió:
no te alejes de las puertas
no palabrees con nadie que tenga más de cinco dedos
no respires que tus pulmones son de frágiles alveolos
así que en el medio
de una reluciente almohada de rieles
en un brazo los fríos alimentos
en el otro
un papel donde se indica
hasta dónde tendría que andar en pies
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2 comentarios:
Argh! siempre quiero "postear" en tu blog, pero realmente no se hacerlo, o no se que poner. Y bueno, siempre es un placer leerte. Buen inicio del veinte-once para ti.
Un abrazo
Que en el veinte-once si este tu madre.
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