And the sky was made of amethyst.
Cuando dejé la casa de mis padres, la primera noche dormí en un lugar que olía a plantas y excremento de hurón. Las tres siguientes en un hotel en el que escuché los dos discos que metí en la mochila: el incesticide y el live throught this.
Kill me pills.
Tres años después cuando decidí vivir con Mariana nos metimos en un hotel caro y no dormimos por hablar y mirar por lo menos cinco minutos cada uno de los cuarenta y siete canales del televisor.
Thumbs on Polyester
Ese día Adriana y yo usábamos el mismo suéter: abierto con cuatro botones y de un verde deslavado. La abuela los compró a una exiliada portuguesa.
En el patio tirábamos piedras contra el muro que levantó el municipo y que impedía viéramos el llano y la autopista.
Roberto nos llamó a gritos: están pasando el video que les conté.
Nos paramos frente al televisor.
Miramos durante tres minutos a Courtney como quien mira una caricatura en la que habrá sangre y restos de comida y viejos vestidos con lentejuelas.
Go for that crazy sounding restaurant.
Hasta que nació mi hijo, durante los días cuatro de abril me encerraba a escuchar sus discos.
Ayer no había reparado en la fecha hasta que en la página de una estación de radió encontré una de sus fotos.
Escribí por la tarde.
Cerca de las diez regresé a casa.
Caminé más de una hora.
Dos cuadras antes de llegar me di cuenta de que esa noche era parecida a algunas noches de hace diez años: en la vitrina no habrá nada de cenar y antes de desnudarme y dormir escucharé un disco de los mudhoney mientras escribo en una libreta de tapas marrón.
Give me a Leonard Cohen's afterworld.
En la pelìcula about a son Kurt narra que después de meses de estar desempleados y sin ninguna propuesta, unos ejecutivos de Geffen los citaron para firmar un contrato. La reunión era en un restarurante del centro de Seattle.
Dave no llegaría por un problema con su casera y Novoselic se presentó completamente drogado.
Los ejecutivos hablaron con Kurt acerca de las condiciones económicas y de la inmediata grabación de un disco. Novoselic, mientras tanto, tuvo un conato de pelea con el mesero, regresó en cuatro ocasiones un platillo a la cocina, se burló del peinado de uno de los ejecutivos y rió frenético de un chiste que sólo él entendió.
En algún momento los ejecutivos se retiraron.
Kurt y Novoselic pensaron que habían huido.
Se quedaron sin contrato, sin disco y lo que era peor sin quién pagara la cena.
Cuando Kurt se levantó para hablar con una amiga que los sacara del problema, los ejecutivos regresaron: les tendieron los contratos, los hicieron firmar en las líneas correspondientes y saldaron la cuenta.
Kurt recuerda que no se despidieron.
My brother die every night
Sé que durante las noches que he relatado debí recorrer una de esas infinitas carreteras en un auto con las luces apagadas.
3 comentarios:
Por un whisky en otra pinche ciudad, Cos.
Saludos.
Felicidades.
Yo quiero felicitar al que puso el comentario de arriba por su magistral nik.
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