Heaven, I'm in heaven


Hubo un tiempo en que no conocía a Radiohead.
Después escuché Anyone can play guitar. Algo cambió en mi cuerpo.

Un año. Meses. En un Toks mi padre me dio dinero.
Compré el Ok computer.

Escuchaba el disco cinco veces antes de ir a la escuela.
Miraba el libro con las letras, hipnotizado.
Las aprendí de memoria, las gritaba.
Después los videos en MTV.

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Apareció el Amnesiac.
Vinieron un montón de canciones que me hicieron sentir extraño.
Vino el rostro del Tom, las camisetas, las ediciones japonesas.
Leí reseñas de sus conciertos, entrevistas.
Fotos en internet, pósters.

Se repetía a mi alrededor el comentario de que eran un grupo de tipos tristes para tipos más tristes aun.
Es un poco como un título que me gustaría usar alguna vez: Cuentos tristes para gente triste.

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Mi cabeza estos días está llena de Tánger, autores franceses, la próxima muestra de cine y dos canciones: National Anthem y Morning Bell.

Un playlist ideal que me deje hecho mierda.
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Descartado el concierto al atardecer, en un lugar abierto.
También que canten Lucky con Michael Stiper.
Y desde hace meses que el In rainbows sea un clásico instantáneo.

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Elefante
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