XXY


Álvaro durmió la mayoría del trayecto. Perdió los paisajes duros de la carretera. Al llegar a casa ayudó a sus padres a desempacar y después de una cena frugal se encerró en el baño. No lograba desviar el recuerdo de Alex: sus manos delgadísimas moviéndose como si quisieran creear círculos concéntricos en la brisa ciega del mar; ella le había arrebatado los audífonos y lo desconcertó al decirle: Lo lindo de escuchar música en la calle, es creer que todos escuchan lo mismo. Álvaro se lavó, sacó del bolsillo -aún con las manos empapadas- su libreta y dibujó los muslos, la pelvis de Alex.

Al otro día Álvaro no asistió a la escuela. Deambuló por las calles de su barrio. Sentía las piernas endebles con la consistencia del hule espuma. No comprendía por qué Alex en el último momento, al despedirse en el malecón, lo había rechazado. Él permaneció inmóvil, demasiado confundido para largarse a gritarle que estaba equivocada, que él no sólo deseaba esa parte de su cuerpo que resultaba extraña, sino que había algo más, algo que él no podía explicarle, que era necesario expresarlo con los labios bien juntos, con el sudor, la saliva confundidos. Alex le resultaba una niñata imbécil, una colegiala de mierda, engreída y pretenciosa. ¿Quién era ella para saber lo que él quería?

Por la noche durante la cena, su padre hizo el recuento del viaje. Álvaro tragó con furia los vegetales, notando cómo le lastimaban la garganta. Rechazó el postre que su madre le servía. Mientras su padre continuaba el relato, Álvaro le hizo una caricatura cruel. Cuando su madre le preguntó si él conservaría alguna cosa, Álvaro no se atrevió a decirle que sí, que retendría la noche en que hizo una fogata con Alex y al amanecer, antes de entrar a su cabaña, miró cómo tambaleante ella orinaba de pie, lanzando un chorro fuerte y trémulo.

Transcurrieron tres semanas antes de que Álvaro decidiera dirigirse a la región de Alex. Al llegar la buscó en la casa, se desesperó al no encontrarla. Caminó por algunas horas hasta que arribó al puerto donde la miró arriba de una camioneta, vertiendo agua sobre una tortuga herida.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y si no usaras "groserías", si no siempre tuvieras un ancla en el "sexo", si intentaras sacar toda tu furia en un texto que no sonara como el de un adolescente provocador? ¿y si tan sólo escribieras como Jorge Posadas sin la sombra del l'enfant terrible? Deberías hacer el experimento...

dèbora hadaza dijo...

tintintint?


ah tu texto? no se tu pero me parece super lògico que si hablas de un adolescente suene a adolescente, asi que tu texto me parece bien logrado. que son las grocerìas?

Anónimo dijo...

¡Caray!, de haber sabido que aquí no se valen las críticas y los cuestionamientos me hubiera ahorrado unas cuantas palabras... y el tiempo de buscar en el diccionario lo que significa "grocerìas" (por cierto, tal como lo escribiste, no existe deborahadaza (deberías echarle un ojo a tu ortografía)).
Saludos, Jorge.
(¿Han pensado en hacer privado su blog?)

costa sin mar dijo...

Haré el experimento. Era algo que estaba en mi cerebro, antes del comentario.
Podríamos hacer el blog los tres (omito la siguiente frase que contenía un "ancla sexual).

dèbora hadaza dijo...

oui oui un menage a tròis!! jajajaja

costa sin mar dijo...

Siiiiiiiii. Más ahora que se pospuso una propuesta.

Anónimo dijo...

Entonces habrá que hacerlo en francés, pues ya veo que sólo así deborahadaza no incurre en errores ortográficos (ahora es Jorge quien se contagia de ello (espero que, por el bien de los tres, esa no sea una enfermedad de fácil transmisión)).

Sigo esperando el texto que prometiste en tu comentario, Jorge Monzó.

Gloria dijo...

Frecuentemente leo lo que escribe Jorge y me gusta.
Respeto todas las opiniones, ya que para todo hay gustos.
Pero me parece cobarde, dar puntos de vista sin poner el nombre, eso lo digo por la persona que no deja su nombre (anónimo) y se nota que está al pendiente del sitio, si le gusta o no, bueno, eso no importa, lo lee y critica al que escribe y a los que emitimos nuestra opinión. Sería bueno conocer quién es, para agradecerle sus visitas y comentarios.

Anónimo dijo...

Para los dudosos, la respuesta está en "Vidrios corales". ¡Es tan claro!

Elefante
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costasinmarcostasinmar