Cuando leí a Felisberto dejé de fumar


Para Avril.
Algo en mi cerebro cambió : Nadie encendía las lámparas.
Era como desquiciarse pensando quién carajos era nadie, qué habitación permanecía en tinieblas, desde cuándo esas enormes lámparas no funcionaban.

Esa frase me asfixiaba (me asfixia), siento que es una hilera de palabras desesperadas escritas por un hombre débil, que intenta no convertirse en un desesperado.


Balcones en los que se desarrollan conversaciones que no transcurren, salones con pianos que astillan los mecanismos de los relojes.

Personajes que me hacen pensar en cuartos en los que hubiera metálicos pasamanos que se repitieran incesantes.


Nadie encendía las lámparas:
a) Las tardes en la sala con mi abuela. El televisor con el volumen mínimo, pues ella creía que si subíamos el nivel quedaría sorda. Llevaba seis años sin escuchar nada.
b) Unas persianas. Un patio con un muro altísimo y con numerosas pintas. En la cama dos adolescentes duermen con el pelo y los aromas confundidos.

2 comentarios:

dèbora hadaza dijo...

Llevaba seis años sin escuchar nada.

me gusta, no se de que diablos hablas pero me gusta.

Sybila dijo...

... ¿y nadie las encendió?

Elefante
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costasinmarcostasinmar