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En el auto guardas una piscina de asbesto,
las puertas que resultan inservibles durante un año en el sanatorio,
los movimientos del húmero.
Bajas los cristales.
Describes el semáforo al niño que no logra quitarse los gogles:
el ruido de un mapache dentro de una bolsa de celofán.
Tocas la orilla del asiento
y crees una lástima que justo ahora el ipod no atine
a la canción perfecta.
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