El ruido del filtro de agua. Ocho objetos con el nombre de Raymond Carver





Sí, para tenerlo claro una sola vez
—Llegué bien anoche.
—…
—Te dije que no llevaba dinero.
—Estaban tus amigos. Ellos te ayudaron, seguro.
—Sí, pero tú y yo fuimos juntos.
—Me dejaste sola.
R. se ducha. En el cuarto se maquilla. J. entra cuando ella se acomoda el bra. Le mira las costillas. El lunar grande en el hombro.
J. le pregunta si saldrá. R. contesta que sí. —¿Regresas? —¿Para qué?
R. fríe huevos. Los sirve en un plato hondo.
—Leí todo.
—¿Qué de todo?
—No hagas eso ahora.
—¿Quieres hablar?
—Sí, para tenerlo claro una sola vez.
Discuten. Es mediodía. En el muro que hay frente a una de sus ventanas, la enredadera está seca y cuatro mirlos mueven y arrancan los tallos. R. y J. no gritan. Son una pareja que se agotó. Un rincón con bolsas y envases rotos. Acuerdan que R. tiene dos semanas para sacar sus cosas. J. sale de la casa. Veinte minutos después llama al celular de R.
—¿Sigues en casa?
—Sí.
Ninguna otra frase.


La importancia del nombre
Gordon Raymond Lish. Jay Clevie Carver. R. Lish. G. Carver.
En dos siglos un dato de una enciclopedia incomprensible.


La pantalla de la computadora
El ruido del filtro de agua en la pecera. Desde hace horas. Duermo en la cama de mi hijo. Son las 3 am. Me levanto a orinar. Lo busco en el comedor. No hay nadie. La pantalla de la computadora encendida. Voy al patio. Está acurrucado bajo la escalera. Lo levanto. Lo llevo a la cama. El ruido sigue. Me acuesto. Mi hijo habla dormido. En algún momento pienso que esas palabras son un mensaje para los animales de la pecera, para un padre distinto a mí.




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Elefante
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