1. Archivo aritmético.
El libro de Kasztelan una idea de quietud. Un bloque de cadencias. Una crónica emocional de un rompimiento y la búsqueda de los elementos que lo equilibren. La descripción de una frontera y sus bordes. La vocación de una escritura. Una ecuación de pérdidas. Un cuaderno donde una mujer traza su juventud en términos geográficos. Un archivo aritmético de nuestra ansiedad y de nuestra asfixia.
Lo único que quiero
es provocar
un estado de tensión
en el que las cosas se rompan
y no haya ruido.
Funciono como las plantas,
si aspiro demasiado
me ahogo.
En Méjico me contaron
de una mujer
a medida que molía el maíz,
su brazo iba desapareciendo.
Soy como esa mujer
que se muele a sí misma
me escribo
y desaparezco.
[“La molienda”, p. 9]
2. Un taller en Cali.
En 2005 escuché a Gonzalo Rojas leer “La palabra”:
Un aire, un aire, un aire
un aire,
un aire nuevo:
no para respirarlo
sino para vivirlo.
Nuestra voz construida con la mitad del mundo (el aire) y con la mitad de nuestro cuerpo (las cuerdas vocales, los pulmones, la garganta, la boca). Una de las habilidades necesarias para vivir y cuyo mecanismo olvidamos durante meses o décadas. ¿Hace cuánto no te detienes a pensar en cómo es que respiras por las madrugadas? ¿Cómo aprendiste a tragar sin ahogarte? ¿Cuánto del aire de la habitación ayer estuvo en un taller en Cali o en un laboratorio en Alaska? ¿Cómo cambiaría tu vida si fueras incapaz de realizar alguno de los movimientos de la aspiración?
No aprendí a respirar
de la manera correcta;
me queda el gesto
de acapararlo todo
en una sola bocanada.
No conocí
la forma del límite.
[“Del aire no se tiene memoria pero de la falta sí”, p. 10]
Leer el texto completo sobre Lógica de los accidentes de Nurit Kasztelan en Transtierros.
Durante una semana este blog será una botella en el refrigerador porque estaré en La Habana, Cuba en el Encuentro de Jóvenes Escritores.
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