vii
nuestra labor se detuvo a 25 km de la frontera
entramos a las casas
y hablamos durante horas por teléfono
la interferencia era igual a insectos
que escarbaran los oídos
nos tumbamos en las hamacas
mientras el viento negro endurecía la espina dorsal del desierto
al amanecer veíamos el cuarto y a los tres gendarmes de la frontera
en la tv aún no se hablaba de que cruzar la línea
era respirar dentro de una tina llena de zinc
después de semanas de encierro
nuestras manos parecían afilarse
los compañeros se buscaban en lo anguloso de los nudillos
cuando el viento negro se alejaba
nuestros días
eran como hombres a los que extrajeron las vértebras
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