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el hombre en
su dureza
de espalda
durante las
noches
en que
tú y el niño
se tendían
abiertos
el hombre
vigilaba sus manos
porque la
niebla
anula los huecos
tú y el niño
no conocieron el ruido
que
surgía
cuando los
que robaban
capulines
entraban
en lo inmenso
de la
cisterna
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